LISANDRO.- (Despertando.) ¡Y por tu dulce amor me arrojaré al fuego! ¡Transparente Elena! La naturaleza en ti despliega su arte; pues al través de tu pecho me deja ver tu corazón. ¿En dónde está Demetrio? ¡Oh! ¡Y cuán bien le estaría morir al filo de mi espada! ELENA.- No digáis eso, Lisandro, no lo digáis. ¿Qué importa que él ame a Hermia? ¿Qué? A despecho de él Hermia os ama. Debéis estar contento.