No se abrazaban como amantes sino como víctimas, víctimas por fin liberadas, y las palabras de amor que exhalaban entre los besos, casi inaudibles, lejos de aludir a un distanciamiento fatal de la vida cotidiana, parecían celebrar, en cambio, la conclusión de un tormento atroz, el levantamiento de una condena que los hubiera mantenido separados por una eternidad.