—Tu madre es bastante enrollada —dijo Kelly alzando las cejas—. Quizá lo acepte.
George negó con la cabeza, bajó la mirada y la clavó en los cordones de sus zapatillas de deporte. No necesitaba cerrar los ojos para volver a ver su bolsa vaquera colgando del dedo de su madre, balanceándose ligeramente. La frase «Ya no tiene gracia» resonaba en su mente. Le contó a Kelly lo de su bolsa llena de revistas de chicas y que su madre la había encontrado.
—¡No es justo! —exclamó Kelly indignada—. ¡No las robaste! ¡No tiene derecho a quitártelas!
—A veces, las personas transgénero no tienen derechos.