Mily Sietecompartió una citahace 4 años
escalera mental: integrar el cerebro superior y el cerebro inferior

Podemos hablar del cerebro de muchas maneras. En el Capítulo 2, nos hemos centrado en los dos hemisferios, el izquierdo y el derecho. Ahora vamos a verlo de arriba abajo, o en realidad de abajo arriba.

Imaginemos que nuestro cerebro es una casa, con una planta inferior y otra superior. La planta baja incluye el tronco cerebral y el sistema límbico, situados en la parte inferior del cerebro, desde lo alto del cuello hasta aproximadamente el caballete de la nariz. Según los científicos, estas zonas inferiores son más primitivas porque se ocupan de funciones básicas (como la respiración y el parpadeo), de reacciones innatas e impulsos (como la lucha y la huida) y de las emociones fuertes (como la ira y el miedo). Cada vez que nos estremecemos instintivamente durante un partido de béisbol de nuestro hijo porque una bola mala se va a las gradas, es nuestro cerebro inferior el que está cumpliendo con su cometido. Lo mismo puede decirse cuando enrojecemos de ira porque, después de pasarnos veinte minutos convenciendo a nuestra hija de párvulos de que no tiene nada que temer en la consulta del dentista, aparece la auxiliar del dentista y anuncia delante de la niña: «Tendremos que ponerle una inyección para anestesiarla». Nuestra ira –junto con otras emociones fuertes, así como ciertas funciones corporales e instintos– se deriva de la parte inferior del cerebro. Es como la planta baja de una casa, donde se satisfacen muchas necesidades básicas de la familia. Ahí casi siempre hay una cocina, un comedor, un cuarto de baño, etcétera. Las necesidades básicas quedan cubiertas en la planta inferior.

El cerebro superior es muy distinto. Se compone de la corteza cerebral y sus distintas partes, destacando las situadas
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