Muchos años después, al volver la vista atrás, Violet se asombraría de la capacidad que tenemos para no querer afrontar la verdad. De cómo la rutina de nuestras vidas, la seguridad de las costumbres y las comodidades impiden que nos hagamos preguntas sobre los indicios y las señales que la realidad nos brinda. Podemos ignorarla, poner excusas y olvidar lo que queramos.