es fácil la maldad. Maldad –la maldad verdadera– no es pegarle a un chico, estafar a un amigo, matar a un ex amante, hundir con un soplo a un compañero de trabajo –cuyo puesto no necesito ni apetezco–: ésas son formas laboriosas del placer. La única maldad –la única violencia verdadera– es seriamente abandonarse. Un ejemplo –un ejemplo demasiado a propósito– sería volverme a casa, ahora: saber que este cuerpo –mi cuerpo– se está deshaciendo y dejarlo hacer, dejar que siga su camino de alejarse. Atacarse: so innúmeros pretextos atacarse. Sólo la destrucción de uno