Drexancompartió una citahace 7 años
Sin embargo, el pobre hombre despedazado no quería darse por vencido. Aún brillaban en sus ojos algunas re­soluciones en medio de su tribulación. «Estoy dejando de ser yo mismo –se decía–. Estoy siendo otro, pero este cambio no me enriquece; siento, al contrario, que me voy empobreciendo día a día. Esto no puede seguir así. Es preciso que vuelva a mi vida habitual. No debo seguir viviendo en esta absoluta soledad. Soy un ser antisocial. Bueno. Hay que dejar de serlo. Todos mis males vienen de que vivo ence­rrado, pensando, dando vuelta mil cosas en la cabeza, ru­miando ideas, frases, palabras, y sin hacer nada. Pensar y no obrar es tener el cerebro vivo y el cuerpo muerto, es, por lo tanto, vivir sobre un cadáver, envenenado por su podredumbre y envenenando a todos los que nos rodean».
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