–Una vez vi ángeles. Estaban en la orilla del mar.
A pesar de que él no creía en Dios, era un científico, y no mostraba gran predisposición hacia las cosas de la Iglesia, no sé si me explico. Pero había visto ángeles. Y te lo decía. Te cogía del brazo, un día cualquiera, por la calle, y con la maravilla en los ojos te lo decía.
–Una vez vi ángeles.
¿Cómo no querer a alguien así?