La vida se parece a los ritmos del mar, con sus mareas y sus olas; unas veces el agua sube y cubre las orillas de la playa, y otras desciende; unas veces está sereno y en calma, y otras las olas son tan grandes que amenazan con destruir diques o hacer naufragar naves. Estas fluctuaciones son parte intrínseca de las cualidades del mar y de los océanos, igual que son parte inevitable de la vida humana. Cuando olvidamos que las fluctuaciones son parte de la naturaleza de la vida, es fácil que nos ahoguemos en grandes olas de emociones.