Sin ser moralina ni moralizante, la historia hace al lector reflexionar sobre el supuesto lugar del ser humano en la cadena alimenticia, sobre el trato a los otros seres vivos y en especial a las mascotas. Las situaciones se presentan de manera tan clara que dejan pensando sobre la manera de actuar de la gran mayoría de las personas. Al poner a los protagonistas en el lado opuesto de la caza, presenta cómo lo único que necesitamos es sensibilizarnos sobre nuestras acciones.