Una historia algo deprimente, pero con momentos en los que uno puede reflexionar sobre sus propios recuerdos y traumas. También me pone a pensar en que conforme crecemos, reprimimos los mundos y filosofías de vida que creamos con mucho orgullo en la infancia. Nos hacen pensar que los pensamientos generados en la infancia son por naturaleza tontos o intrascendentes. Sin embargo ahí hay muchas respuestas, que de adultos pretendemos ignorar. Es un libro que habla de la necesidad de enfrentar y cerrar ciclos, por más dolorosos que sean.