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La Bestia Equilátera

La Bestia Equilátera
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La editorial toma su nombre de una novela homónima que se empezó a escribir hace quince años. ¿Quién sabe cuánto tiempo más hará falta para que su autor ponga el punto final? En el otoño de 2006, cansado de esperar, un grupo de fanáticos amenazó al escritor con el célebre imperativo: "Primero publicar, después escribir". Así, decidieron aguardar el nacimiento de la misteriosa bestia editando libros con su mismo sello para mantener viva una vieja ilusión: siempre habrá alguna obra maravillosa que todavía no fue descubierta, no se tradujo o ni siquiera comenzó a escribirse.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    Esta visita guiada a los chismes más deliciosos de la historia de la literatura, de las artes y de la historia a secas, tiene como cicerone y maestro de ceremonias a Edgardo Cozarinsky, que ha demostrado ya en muy distintos géneros y registros su inteligencia, su veracidad y su rigor. La tensión dramática o humorística de la anécdota impone su eficacia. Tras esa límpida definición (gracias a la síntesis genial de Cozarinsky), poco puede agregarse en términos de estilo y escritura.

    Este Nuevo museo del chisme, que enriquece con veinticinco hallazgos la primera edición —hoy inhallable—, reúne un elenco de personajes que va de Dorothy Parker a James Joyce, de Victoria Ocampo a Ernesto Sabato, de Joseph Stalin al astronauta Tsibliyev. Abre el volumen un ensayo que cobra mayor importancia con el curso de los años, “El relato indefendible”, una indagación única y preciosa del chisme como núcleo indispensable de la novela –en Henry James y Proust, sí, pero también como indicio informativo de cualquier narración–.
    El libro que hay que tener para que la literatura siga siendo la isla del tesoro del placer.
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    «Nada influyó tanto en mi vida como la única muerte que cometí". En Rusia, un hombre mata a un jinete desconocido. Años más tarde, ya en París, lee un cuento donde se describe con total precisión ese asesinato desde el punto de vista de la víctima. Es una historia que no debiera existir y cuyo autor solo puede ser el hombre que hasta entonces imaginaba muerto.
    Así comienza la extraña búsqueda del huidizo escritor Alexander Wolf. Lo que sigue no es una coartada ni una justificación de este misterio sino un desarrollo novelesco digno de la mejor literatura rusa.
    La soltura con que Gaito Gazdanov se desplaza tiene que ver con una concepción estética y una madurez técnica hoy en apariencia extinguidas.
    En una buena ficción, la confianza en lo que se cuenta no es un alarde sino un arco de inspiración que alcanza al lector y no lo abandona. Gazdanov demuestra que una orfebrería inocente y genial puede disimularse el tiempo necesario, aun, o sobre todo, bajo una superficie brillante.
    Obra maestra olvidada, El espectro de Alexander Wolf es un thriller psicológico, una indagación existencial de la culpa y la redención, la coincidencia del destino, el amor y la muerte.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    Un hombre en fuga termina encontrando siempre su pasado.
    Quien huye en Mi perdición es Asher, un guionista que abandona Hollywood después de descubrir a su esposa en brazos de un compañero de tenis. Viaja a Nueva York, ciudad de su infancia, donde conoce a una pareja de jóvenes irreverentes: Michael, un poeta rudo que escribe versos pornográficos, y Aurora, una atrevida italianita dispuesta a visitar su cuarto de hotel casi todas las noches. Michael no tiene problemas en “prestarle” a su novia a cambio de un sueldo como acompañante en sus exploraciones por una Nueva York ya perdida. Pronto, sin embargo, se revela que el trío amoroso no es más que una trampa en la que Asher terminará siempre mal parado, un juego cruel que le enseñará los límites morales de su propia generación.

    Escrita a fines de los sesenta, una década que puso en situación de idolatría a la juventud, esta novela de Alfred Hayes deslumbra con la honestidad y el despojamiento estilístico de siempre. Genio incomparable de la captura del instante, del fuego de la intensidad y del veredicto de decadencia inmediata, Hayes se muestra en Mi perdición, al igual que lo había hecho en Los enamorados y Que el mundo me conozca, como un autor insustituible, sui generis, único en su especie.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    Después de escapar de la cárcel, Tim Sunblade traba una relación con una prostituta llamada Virginia que perdura más de lo esperado, acaso porque ambos descubren en el otro ambiciones y codicias semejantes.
    Lo que hoy con ligereza llamaríamos «una química», dominada en el fondo por un compulsivo “amor odio”. Tim planea el asalto a un camión de transporte de caudales y cree que ella es la pareja ideal para el intento. De modo que se instalan como un matrimonio convencional en un suburbio de Denver con el objeto de planificar mejor el robo. Pronto, cuando todas las reglas de juego parecen establecidas, Elliott Chaze empieza a romperlas, para crear una novela negra que cuenta una historia de amor inolvidable.
    Admirada como joya del género, Mi ángel tiene alas negras es deslumbrante. Como el encanto que Virginia, el personaje femenino, prodiga en el narrador, el raro influjo que la lectura ejerce en nosotros impide abandonarla.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    Una niña muda, inteligente y audaz. Un padre violinista que trabaja redactando epitafios. Una vida de pequeñas felicidades, amor y juegos. Una madre desaparecida. Un gobierno totalitario e invisible. Una pareja de ancianos titiriteros. Un misterioso teatro de marionetas, donde termina de cobrar forma la historia que el narrador de esta novela no quiere contar.

    Estos pocos elementos le alcanzan a Jesse Ball –una de las promesas de la literatura estadounidense actual— para ofrecernos una novela profundamente conmovedora, escrita con la convicción de un escritor clásico y con la ambición experimental de la juventud. Ball tiene el don de causar la inquietud que provocan los relatos de Kafka, su maestro, la capacidad de asombrar de Murakami y la ternura que solo se encuentra en los personajes de las películas de Miyazaki.

    Toque de queda es una fábula luminosa sobre los puntos de contacto entre la memoria individual y la historia colectiva, sobre las estrategias para ser feliz en tiempos adversos y sobre la ficción como el mejor y el más íntimo de los refugios.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    En este libro nada es cierto. Jonás (o John) se propone investigar qué estaban haciendo los norteamericanos más destacados el día en que se arrojó la bomba en Hiroshima. Las cartas que intercambia con el hijo menor del doctor Felix Hoenikker –uno de los padres de la bomba atómica— lo zambullen en una intriga familiar que oculta la más terrorífica contribución de la ciencia a la humanidad: el hielo nueve.
    Las respuestas a todas las preguntas están en una isla del Caribe, la república de San Lorenzo, donde el bien y el mal se reparten entre un dictador demente, un genio impasible, una diosa del amor y el fundador del bokononismo, una religión profética y absurda.
    A Jonás le tocará aprender algo sobre el poder, el horror y la estupidez humana, y sobre las mentiras que nos contamos mientras esperamos el fin del mundo.

    Eterno escritor de culto, cómico, irreverente y genial, Kurt Vonnegut es una de las figuras insoslayables de la literatura del siglo XX y Cuna de gato, una de sus novelas más celebradas. El momento de leer a Vonnegut es justo cuando se empieza a sospechar que nada es lo que parece. No solo divierte: electrocuta. Y se lo lee con un placer enorme porque te pone los pelos de punta.
    THE NEW YORK TIMES
    Vonnegut miró el mundo a los ojos y nunca se inmutó.
    J.G. BALLARD
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    Larry Camonille está en fuga. Después de escapar de la cárcel, se detiene, con su pulmón sobreviviente, a tomar aliento y a recuperar el gusto por la vida en una pensión de un pueblo de Ohio. Pero sigue en fuga. Nada lo hará retroceder. Necesita llegar hasta México y sus obstáculos tendrán forma de mujer: Vera, una viuda con cierta debilidad por la bebida, y la irresistible Jan, una ninfa de catorce años. Cada una lo seduce y esconde un plan criminal distinto para él.

    La intensidad narrativa la da el ritmo cardíaco de la escapatoria. Así como la banda de sonido en sordina –Camonille es trompetista, admira a Dizzy Gillespie–, la novela se las arregla para componer una atmósfera que no da respiro. Dinámica hasta la impaciencia, la trama se come al lector: todos terminarán, tarde o temprano, probablemente a destiempo, en el mismo sitio, el infierno del thriller.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 3 años
    En pleno corazón de Malasia, una bellísima mujer blanca recibe la visita de un misterioso chino que le propone apoderarse de una perla legendaria. En su búsqueda se ven envueltos, entre otros, un pescador y un opiómano, un capitán de barco, el Shah de Persia, eunucos y ballenas.
    Como en Las mil y una noches o en Salgari, en esta novela aparecen y se desvanecen mundos donde imperan el ansia de la inmortalidad y el amor por los viajes, donde palpitan el deseo y la melancolía. Es un laberinto en el que Oriente y Occidente se confunden y se vuelven —en un nuevo espejismo— fabulosamente argentinos…
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    El caballero que cayó al mar de HC Lewis. Traducción de Laura Wittner.
    Desde Robinson Crusoe hasta el náufrago de García Márquez, la literatura está poblada de personajes que deben sobreponerse a la zozobra de un barco. Pero es probable que no haya otro como Henry Preston Standish –el inolvidable caballero de esta novela–, quien cae al agua por obra y gracia de un paso desafortunado. Mientras el “Arabella” se pierde en el horizonte, y sin balsa ni isla a la vista, este hombre tiene que afrontar una situación inesperada: está solo contra el mar.
    Con magistral sencillez, Herbert Clyde Lewis lleva el relato a una dimensión filosófica. ¿Qué salvar de una vida? El caballero que cayó al mar es una obra maestra que el exceso de oferta del mundo editorial (no el exceso de obras maestras) mantuvo hasta hoy en el olvido.
    Con esta primera traducción al castellano, celebramos su rescate.
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    Todo comienza con un guionista de Hollywood durante una fiesta en una casa frente al mar. Está solo y aburrido, y para evadirse de la charla convencional sale a la terraza y ve a uno de los invitados, una chica, que camina hasta la orilla. Primero no hace más que admirar su figura, pero en seguida advierte que ella quiere suicidarse y se precipita a la playa para intentar rescatarla. Un acto de compromiso, que tiempo después va a lamentar.

    En esta nueva novela, Alfred Hayes toma a dos personajes característicos, el escritor cínico y una aspirante a actriz, y describe la relación entre ellos revirtiendo todos los estereotipos de las historias de amor desencantado. Hayes sabe retratar como nadie a las personas que no pueden ayudarse a sí mismas y que tampoco pueden resistir la tentación de lastimar, y tiene el don de analizarlas y diseccionarlas con una precisión lapidaria. Esa visión de la conducta humana es, como en Los enamorados, despiadada pero admirable.
    Con su arte refinadísimo, Que el mundo me conozca proyecta en la página un relato conmovedor en el que ningún valor permanece inalterado, salvo la verdad y la belleza.
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    En La mujer de Guatemala V.S. Pritchett parece registrar los hechos con la distancia necesaria. Es raro que los detalles queden tan claros en nuestra memoria, pero sin duda se trata de un recurso casi mágico que permite acercarse, rodear el objeto, redefinir su contorno y ubicación en el museo momentáneo del relato, donde no hay recuerdos inofensivos.
    Como detecta Martin Amis: «Pritchett ha estado siempre en término de fructífera complicidad con el mundo doméstico e inanimado». Tiene la misma certeza para presentar un personaje que un lugar, y ambos son, mientras el relato dura, los protagonistas ideales de la fábula, nuestros aliados, nuestros guías.

    Una historia sobre la insistencia de una mujer de Guatemala desnuda tanto los grados de patronazgo y dominación inglesa como un tratado sociológico. Prichett se niega incluso a la arrogancia de admitirlo. Estos relatos nuevos, otras historias que revelan siempre una conducta de narrador único, ejemplar, insustituible, revelan también a los lectores de lengua castellana la existencia de ese ojo y esa percepción sin precedentes, exquisita e inagotable.
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    A la edad de dieciocho años, en Una temporada en el infierno, profetizó el resto de su vida. Dejaba Europa atrás. Escribió del aire de mar que le quemaría los pulmones, de la ráfaga solar que le broncearía el cuerpo entero. Tres años después, en 1876, se incorporó a la Armada Real de las Indias holandesas como infante y partió rumbo a Java. Desertaría muy pronto, en fuga hacia la selva. Es el pasaje más enigmático y misterioso de una vida llena de contradicciones y paradojas.

    En este libro dedicado al viaje perdido de Rimbaud a Asia, el crítico y novelista Jamie James pesquisa todos los hechos relacionados con el episodio. De este modo, y a partir de conjeturas acerca de lo que el poeta pudo haber hecho, reconstruye y recrea la vida durante el siglo XIX en Java. El libro termina con una inquisición exhaustiva acerca de lo que Oriente significó en la imaginación del poeta, en paralelo con la entretenida, por momentos escandalosa historia del orientalismo francés, siempre entre la pose decorativa y el exabrupto colonialista.

    Rimbaud en Java es una mezcla altamente concentrada de crítica, biografía y narrativa de viajes, que pone en foco y en perspectiva el encuentro extraordinario entre el gran poeta y un mundo extinguido.
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    A falta de cambio, el cajero de un supermercado chino le ofrece al protagonista de esta novela que elija entre un montón de naderías. Resignado, el hombre manotea al azar unas pilas chinas, un ojo de goma con luz, una tabla de proteínas, una hebilla dorada, una cucharita lupa, un anillo de plástico y una cámara fotográfica del tamaño de un dado. Ignora que al salir lo espera una aventura, y que a esos objetos que cree inútiles podrá darles una función insólita en cada capítulo de sus andanzas.

    Las novelas de César Aira convocan a un lector dispuesto a jugar con él el juego de la improvisación. Con la irreverencia de un niño y la inocencia de un artista genial, Aira consigue lo imposible: crear la sensación de que lo que cuenta va naciendo, frase a frase, en el puro presente del lector.

    Heredero de las vanguardias del siglo XX, César Aira encontró en sus procedimientos un atajo hacia la fuente primordial de la narración y, con más de sesenta novelas publicadas, ha creado una obra entregada al riesgo y tocada por la gracia de una rara libertad.
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    Un hombre se propone familiarizarse con el espacio que habita. Mientras observa el movimiento a su alrededor, lee, acumula citas y toma apuntes. Escritores, filósofos, artistas, la historia del arte y la cultura. Crea, con pocos elementos, una especie de teatro de cámara con dos personajes, el Protagonista y el Lector, y una playa o un cementerio como escenarios posibles.
    Ese es el relato aparente de esta novela, su engañosa superficie. A poco de avanzar, las citas y los apuntes nos van asomando a un universo en el que debemos desplazarnos como en el tablero de un juego misterioso, tal vez genial, cuyas piezas son la vida, la muerte, el amor, el suicidio, la enfermedad, el arte como juego, el arte como extrema experiencia vital.

    David Markson, quien debutó en la década del sesenta como uno de los más avezados narradores de género —policial, western—, encontró en los últimos años de su vida la clave única de un proyecto narrativo sorprendente por la sencillez de sus recursos y admirable por su alcance y profundidad.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 4 años
    Una lluviosa tarde de domingo, poco después de haber enviudado, Laura Palfrey llega al Claremont para iniciar una nueva vida. En el hotel la esperan cuatro huéspedes permanentes, días ordenados en torno a las rutinas de las comidas y los programas de televisión. Solo modifica el tedio la visita esporádica de algunos familiares. Pero nadie va a ver a Laura. Cuando de pronto conoce en la calle a Ludo, un joven a quien desvela el deseo de ser escritor, juntos elaboran un plan para compensar la soledad a la que la tienen sometida.

    Elegida por The Guardian como una de las mejores novelas de todos los tiempos, candidata al Booker Prize, Prohibido morir aquí es la obra maestra de Elizabeth Taylor. Su genio reside en la forma tan verosímil con que sabe capturar cada detalle revelador de la vida cotidiana. El encanto poético, la precisión de las observaciones, un milagroso sentido de la ironía y un afinamiento justo de la voz terminan por componer una narración vívida, inolvidable, extraordinariamente conmovedora.
    La Bestia Equiláteraagregó un libro a la estanteríaLa Bestia Equiláterahace 4 años
    «Presten atención, por favor, pues en este libro, que es la historia de mi vida hasta ahora, los personajes no son solo las personas sino los años. Mil Novecientos Trece me dio el regalo de la vida. Mil Novecientos Veintinueve desbarató la economía estadounidense. Mil Novecientos Treinta y Uno me envió a Harvard. Mil Novecientos Treinta y Ocho me consiguió mi primer empleo en el gobierno federal. Mil Novecientos Cuarenta y Seis me dio una esposa. Mil Novecientos Cuarenta y Seis me dio un hijo ingrato. Mil Novecientos Cincuenta y Tres me echó del gobierno federal. Mil Novecientos Setenta me dio un empleo en la Casa Blanca de Nixon. Mil Novecientos Setenta y Cinco me envió a la cárcel por mis absurdos aportes a los escándalos políticos conocidos colectivamente como Watergate».

    Así se presenta Walter F. Starbuck, el protagonista de esta novela, y así comienza a contar su vida, inextricablemente unida a la historia de los Estados Unidos. Desde las ejecuciones de Sacco y Vanzetti hasta la voracidad de las multinacionales –sin olvidarse, por supuesto, de la Segunda Guerra Mundial–, Kurt Vonnegut se pasea con total libertad por el lado oscuro del siglo XX norteamericano y construye una sátira magistral sobre el poder y el dinero con las herramientas que nadie dominaba mejor que él: el sarcasmo, el ingenio, la invención, pero también la compasión y la ternura.
    Pájaro de celda es una novela cruel y cautivante, honesta y divertida, Vonnegut en estado puro.
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    Refugiado en las ruinas del Empire State, Wilbur Rockefeller Swain, médico de profesión, monstruo de nacimiento y el último presidente de los Estados Unidos, repasa la historia de su vida y la de su país como si fueran una sola. Y en ese repaso no puede faltar Eliza, su hermana gemela: «No éramos idiotas… Éramos algo nuevo. Éramos neandertaloides». Un día, los gemelos descubren que, cuando sus cuerpos se tocan, sus mentes se funden en una única mente genial. Rechazados por sus padres, aislados de la sociedad, inventan una fórmula para terminar con la soledad en el mundo.

    Kurt Vonnegut, uno de los más grandes escritores estadounidenses del siglo XX, despliega en esta novela su talento incomparable para reflexionar sobre el tema que lo obsesionó siempre: las catástrofes que causan los hombres en su afán por alcanzar el bienestar y la felicidad.
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    «Esto es lo más parecido a una autobiografía que escribiré jamás. La he titulado Payasadas porque trata sobre la poesía grotesca de ciertas situaciones, como las viejas comedias cinematográficas del género slapstick, sobre todo las de Laurel y Hardy. Así es como yo siento la vida».
    Kurt Vonnegut
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    Son tres. Azul, amarillo, rojo. El azul del misterio y la nobleza, de amplia y excesiva ambigüedad, el color más raro en el reino natural. El amarillo de las mejillas de los pingüinos emperador y de los celos en cualquier historia y geografía. Y el rojo del crepúsculo, de la sangre, de la capa en las corridas de toros y de los vestidos de novia chinos.
    Este libro singularísimo, extraordinario, propone un recorrido cultural fascinante por la dimensión artística, literaria, lingüística, botánica, cinematográfica, estética, religiosa, científica, culinaria y hasta emocional de cada color primario.
    La gran riqueza léxica y flexibilidad sintáctica, la perfección para armonizar la abstracción y el detalle y encontrar destellos, matices, leyendas, hallazgos de toda clase que se precipitan sobre nosotros en cascada, hacen de estos tres ensayos una imprevisible y gratificante teoría del conocimiento.

    Después de leer Los colores primarios, en admirable versión de Ariel Dilon, a nadie le pasará inadvertido que Alexander Theroux es uno de los grandes maestros de la lengua inglesa actual.
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    Como la pipa del cuadro de Magritte que analizó Foucault, Esto no es una novela se proyecta en muchas direcciones y pone a la imaginación en situación de sospecha. ¿De qué se trata? Las pistas son múltiples: la muerte, el amor, la representación, el trabajo, la amistad, la vida “ejemplar” de artistas y científicos, lo singular y lo tautológico, lo indiferente y lo obvio, la lealtad fanática del humor, la hondura angustiosa de la enfermedad y la muerte, “el sufrimiento de ser y el aburrimiento de existir”, el arco delicioso de la risa imprevista y la inconstante dicha. El libro a nadie expulsa, y proporciona una sabiduría y un deleite ilimitados.
    Esto no es una novela es y no es una novela. Y así la colección de datos, citas, hechos, anécdotas, escenas veladas, discretas tragedias, encuentra el cauce, el paso, el ritmo justo de lectura que le impone ese otro personaje admirable al que la novela parece, por fin, asignarle un papel central: el lector
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    Las historias no se inventan, son. A partir de esta convención tácita y esta convicción cardíaca, la primera novela de Edgardo Cozarinsky encuentra e inaugura los puntos cardinales de una intriga apasionante, apasionada. Las confluencias definen un sistema único al que asisten con puntual decisión un suburbio parisiense, una casa mala de Tres Arroyos o de Ingeniero White, noches escotadísimas donde una pareja dibuja las figuras inconfundibles del arquetipo en la taconeante y angosta travesía inicial del tango.

    Como si convergieran las ficciones de escritores tan caros a la tradición novelesca centroeuropea como Joseph Roth y Leo Perutz y los barrios de los primeros poemas de Borges, El rufián moldavo celebra una ceremonia que los lectores argentinos reconocemos y agradecemos, que acrecienta en sedentarios y nómadas una especie de áspera nostalgia reconocible en la violenta intemperie del exilio o del exilio interior. Como bagaje de un oficio cuyo ejercicio de observación resulta incesante –cineasta, cronista, narrador–, esta novela nos premia con imágenes y escenas que incorporamos sin ambages a la memoria personal.

    ¿Llega el olor del mar a Tres Arroyos? Ninguna de las preguntas que El rufián moldavo plantea es meramente retórica ni decorativa; cada respuesta, diseminada y diversa, proporciona una razón esencial. La serena, sobria prosa narrativa de este libro inconmensurable nos arroja como propios y pertenecientes a la memoria de cada uno la certidumbre de Alberto Tabbia que es el epígrafe, el exergo proverbial de la novela: «Para hablar con los vivos necesito palabras que los muertos me enseñaron».
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