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Libros
Krasznahorkai László

Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río

Al sur de Kioto, junto a la vía del tren de la línea de Keihan, a sólo una parada de la ciudad, hay un monasterio. Una escalada laberíntica conduce al nieto del príncipe de Genji a este lugar apartado. No muy lejos de allí, dicen, tiene que hallarse el jardín más hermoso del mundo. Camina por todo el recinto del monasterio como movido por una fuerza interior. Una construcción sutil ha dado forma a la naturaleza, cada cosa tiene su lugar y cada forma su significado. Y así se desplaza una mirada perspicaz y minuciosa sobre la naturaleza, sobre las plantas, el viento y los pájaros, pero también sobre la arquitectura, las pagodas, las terrazas y los patios. Dejar que lo pequeño devenga grande, desplazar lo secreto al centro de atención, rastrear la belleza de lo cotidiano, eso es lo que hace László Krasznahorkai en este viaje literario al Japón, un libro de una prosa embriagadora, fascinante, que nos transporta al universo ideológico y sentimental del país nipón.

«Es difícil encontrar un centenar y medio de páginas de tal sutileza e intensidad.»
Jacinto Antón, El País

«Lázló Krasznahorkai escribe y describe como los ángeles.»
Francisco Calvo Serraller, El País

“Una obra que a ratos fascina, a ratos irrita, ya seduce, ya desconcierta, todo menos dejar indiferente al lector.”
Agata Orzeszek, El Periódico

«La descripción de lugares naturales y físicos, alcanza la dimensión de lo ficcional. Incluso de lo maravilloso.»
Ernesto Ayala-Dip, El Correo
117 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2017
Año de publicación
2017
Editorial
Acantilado
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Opiniones

  • Rafael Giménez Valdéscompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó

Citas

  • Valeria Villaloboscompartió una citahace 3 años
    Esas cuatro patitas estiradas revelaban que no había encontrado la paz eterna, puesto que la soledad horripilante de la que venía no conducía a otro sitio, sino a otra soledad, definitivamente horripilante.
    Y seguía corriendo.
    Con su cuerpo en manos ya de la muerte abrazaba suavemente el tronco del ginkgo, pero seguía corriendo.
  • Valeria Villaloboscompartió una citahace 3 años
    quería que naciera este conjunto de ocho hinoki y una fascinante alfombra de musgo plateado, que se hiciera realidad ese jardín encantador del mundo, que lo describieran, que apareciera precisamente como el número cien, después del noventa y nueve, en el libro ilustrado titulado Cien hermosos jardines, que este hecho despertara un anhelo eterno en el nieto del príncipe Genji, que lo buscara sin descanso y que, por último, quizá lo encontrara siguiendo una indicación acertada, o no, que no lo encontrara jamás, por causa de un único instante, de un único minuto tal vez, todo para que un buen día, hoy, ahora, a última hora de la mañana, pasara de largo, todavía mareado por el estado de debilidad que lo había afectado, para que se dirigiera, apoyándose en el muro, hacia un santuario más tranquilo y, por tanto, lo perdiera para siempre, todo solamente para eso, desde las primeras esporas hasta que cayeron desde lo alto entre los cipreses de hinoki que precisamente empezaban a verdear
  • Valeria Villaloboscompartió una citahace 3 años
    Y todo ello ocurría en millones y millones de casos, pero no ocurrió en ocho casos, allí, a pocos pasos de distancia de la planta nodriza, puesto que de esas ocho plantitas, que sobrevivieron a todos los peligros ulteriores, crecieron por último unos árboles inmensos, ocho gigantescos y maravillosos cipreses de hinoki en el patio de un monasterio, como mensajeros que traían una frase edificante desde gran distancia, que traían un mensaje en su raigambre expansiva, en su tronco recto y en su follaje delicadamente imbricado, un mensaje en su historia y en su existencia que nunca nadie entenderá, ya que, por lo visto, su comprensión no ha sido confiada a los hombres.

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