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TaraShea Nesbit

Las esposas de Los Álamos

El inicio de la era atómica puede resultar anecdótico, pero los detalles del proyecto Manhattan, una de las empresas más extrañas y monumentales de la era moderna, son incluso descabellados. Un judío húngaro llega a Estados Unidos y, como no sabe conducir, su primera misión es convencer a alguien de que lo lleve hasta el científico más famoso del mundo. Le trae noticias gravísimas. Una vez recibidas, Albert Einstein decide, junto con su atribulado amigo Leó Szilárd, avisar por carta al presidente Roosevelt: es posible construir una bomba de alcance nunca imaginado, y tal vez los nazis ya se hayan puesto a ello.

Decenas de miles de personas acabaron movilizándose para construir ingenios que nadie había probado antes y, aun así, el secreto se mantuvo. Naturalmente, si los mejores físicos del planeta iban a juntarse a imaginar su destrucción, había que fundar para ellos una ciudad que no apareciera en los mapas. Y hasta aquí, la parte más conocida de la historia. Las esposas de Los Álamos es, sin embargo, la reconstrucción imaginaria de lo que no sabemos, contada por un “nosotras” que es la voz de la colmena y el pensamiento popular, pero también de la reflexión: la de unas mujeres jóvenes y cosmopolitas, esposas educadas que venían de Berkeley y de Cambridge, que habían huido de París, solían vivir en Londres y Chicago, y que, sin darse cuenta, o un poco a sabiendas, contribuyeron a desatar la fuerza más destructiva de la historia. Una voz que por eso mismo disiente y se hace preguntas sobre la ciencia, la guerra y el poder que no dejan de ser las nuestras.
204 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2016
Año de publicación
2016
Editorial
Turner
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Opiniones

  • Rachel Folkcompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó

Citas

  • Itzelcompartió una citahace 2 años
    Aprendimos sobre el gas mostaza más de lo que queríamos saber: que causaba grandes ampollas llenas de un fluido amarillo, que quemaba la piel, que originaba una ceguera que duraba hasta la muerte. Aunque queríamos que la guerra terminase, y también queríamos volver a casa, y en general no éramos escépticas, y pensábamos que quizá aquélla fuese una guerra justa, no reaccionábamos bien al conocer las historias individuales de otras personas que sufrían por culpa de esas armas. A veces esperábamos que nuestros maridos fracasaran.
  • Rachel Folkcompartió una citahace 2 años
    sostuvo que toda investigación científica debería realizarse en pro de la humanidad, que los científicos no pueden desvincular su curiosidad de las implicaciones morales, por difícil que sea predecir cómo se pueden aplicar después sus hallazgos
  • Rachel Folkcompartió una citahace 2 años
    Quizá aquello suponía un nuevo nivel de crueldad humana.

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