Debo confesar que cuando leí por primera vez los consejos de santo Tomás de Aquino para «progresar en la memoria» estos me parecieron, realmente, poca cosa. Aunque correctas, aquellas breves explicaciones —exactamente, 206 palabras— no habrían de resultar de mucha ayuda para quien quisiera adentrarse en los misterios del arte de la memoria.
Algún tiempo después descubrí el trabajo del padre Cesáreo Baztán. Entregado a la formación de jóvenes, en 1890 había preparado en Oña unas listas de palabras numéricas —más adelante explico este procedimiento— que sirvieron de modelo al padre García Estébanez para realizar su Manual de Mnemotecnia (Barcelona, 1907).