Dura una eternidad y en un instante se acaba

muchos de nosotros no recordamos quiénes somos…, éramos…, somos. Somos actores secundarios de nosotros mismos; personas que reconocemos pero a las que no sabemos poner nombre.

Cuando estaba viva, imaginaba que el fin del mundo tendría algo de redención. Pensaba que sería una suerte de purificación. O una simplificación, al menos. Rectificación a través de la reducción. Era capaz de imaginar las ciudades vacías, la tierra recuperada.

Las únicas cosas que permanecen son las inalcanzables. Las cosas que son demasiado grandes o demasiado lejanas o se mueven tan despacio que son indetectables. Suaves. Con plumas. Amadas. Ya perdidas. Siempre serán lo que de verdad son, y nunca sabrás qué nombre ponerles.

No tiene sentido decir que ojalá tuviese el hambre en lugar de esta pena infinita.

fin entiendo que el cielo no está sobre mí, sino que yo soy el cielo. Algo que guarda relación con el cuervo. Y el cuervo guarda relación con el bebé. Y el cuervo guarda relación contigo. Como el bebé guardaba relación contigo, quizá.

Yo estaré y tú estarás a través de mí. Pienso: si estoy en el lugar en el que estuvimos juntas, entonces estamos otra vez juntas.

Cruzamos los pinos de la playa cediéndonos el paso y salimos a las dunas herbosas. Sea cual sea el sonido que hacen nuestras pisadas, lo engulle el oleaje que no vemos hasta la última elevación, cuando el mundo resplandeciente aparece ante nosotras y somos como dos pilas de hojarasca barridas por el viento. Todo lo que nos separaba en ti y en mí se agolpa y asciende hacia el cielo.

Todo lo que me cruzo tiene ese halo de cosa con la que ya me he cruzado antes. Es una sensación de ya eterno. Y al mismo tiempo, todo lo que me cruzo me resulta extraño.

la tristeza. No tristeza, sino la tristeza. En su totalidad. La historia completa de la tristeza. Todo en mí es tristeza y todo lo que me rodea forma parte de ella. El asfalto agrietado, la luna, los coches abandonados, la gravedad que los mantiene en la carretera. Es total. Me asalta, o me derriba. Caigo de rodillas.

No sabes que el final ha acontecido hasta más tarde. O no lo admites. Lo ves en retrospectiva. Y te das cuenta de que todo el tiempo posterior no ha sido más que un esfuerzo por seguir adelante como si nada hubiese acabado.