escritura de 2666, a pesar de tener un firme compromiso con la tragedia humana de Ciudad Juárez, refuerza la idea del escritor chileno que concibe a la literatura como un terreno autónomo que constantemente se pone en jaque a sí misma. Bolaño, recordemos, consideraba el acto mismo de escribir un gesto esencialmente trágico, condenado al fracaso, en cuanto consideraba que era equivalente a una pelea contra un “monstruo” al cual no se podía derrotar.