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Raymond Carver

Todos los cuentos

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Raymond Carver alcanzó el éxito gracias a un puñado de volúmenes de relatos publicados en los últimos doce años de su vida. Su carrera fue breve debido a su temprana muerte. Sin embargo, su obra posee una intensidad sin parangón y ha dejado una huella indeleble; su influencia se ha extendido por todo el mundo. Fue, junto con Richard Ford y Tobias Wolff, el máximo exponente de lo que se bautizó como «realismo sucio». En sus cuentos, lacónicos, precisos, de una contenida intensidad emocional, transforma la vida en literatura siguiendo la estela de Hemingway y sobre todo de Chéjov, su gran maestro. De él aprendió a retratar con profunda humanidad a esos seres desamparados y desolados, golpeados por la vida, a los que convierte en héroes cotidianos: parejas al borde de la disolución, hijos que tratan de comunicarse con sus padres, alcohólicos en busca de una segunda oportunidad, parados, gente corriente de la América más profunda y real.

Sus cuentos forman una elusiva y fragmentaria «gran novela americana». Y es que en Carver está la esencia de la verdadera América –doméstica, desquiciada, perpleja-, y sobre todo la esencia del alma humana retratada a través de una mirada que rechaza cualquier exceso sentimental, pero que, guiada por un depurado estilo, nos hiere directamente en el corazón como sólo es capaz de hacer la gran literatura.
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808 páginas impresas
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Citas

  • Alex Vitericompartió una citahace 4 meses
    —Se acabó la ginebra —dijo.

    —¿Y ahora qué? —dijo Terri.

    Oía los latidos de mi corazón. Oía el corazón de los demás. Oía el ruido humano que hacíamos allí sentados, sin que nadie se moviera lo más mínimo, ni siquiera cuando la cocina quedó a oscuras.
  • Alex Vitericompartió una citahace 4 meses
    Terrible —dijo Mel—. Es terrible, Nicky. Los imagino tirados en el suelo, a la espera de que apareciera alguien y los convirtiera en pinchos morunos.

    —Algún vesallo —dijo Terri.

    —Exacto —apoyó Mel—. Aparecería algún vasallo y atravesaría a los muy bastardos en nombre del amor. O en nombre de la jodida causa por la que lucharan en aquellos tiempos.

    —Las mismas por las que luchamos hoy en día —dijo Terri.

    Laura dijo:

    —Nada ha cambiado.
  • Alex Vitericompartió una citahace 4 meses
    ¿Cuál es la puta diferencia? Me has entendido, ¿no? Muy bien —dijo—. No soy culto. He aprendido lo mío. Soy cirujano del corazón, sí, pero no soy más que un mecánico. Voy y entro allí y arreglo cosas. Mierda.

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