Amanda había pasado por un inferno. Padre alcohólico y adicto al juego. Madre enferma de cáncer. Terminal. Y sin dinero para el tratamiento. Amanda hizo lo único que podía. Venderse. Voluntariamente. Al tráfico humano. Era la única forma de pagar a su madre. De darle unos años dignos, a cambio de los suyos. Ahora era mercancía. Y la compraron. Pero su nuevo amo resultó ser más de lo esperado. La mantuvo encadenada. La usó. Pero era el amo perfecto. Quizá, incluso, lo bastante para enamorarse de él.