La realidad parece disolverse en el bosque de espejos de la sociedad del espectáculo; en consecuencia, el arte no puede limitarse a recuperar su reflejo; debe invertir las jerarquías de valoración para aquilatar los vidrios rotos, las esquirlas, los desechos, el sutil desperdicio de lo real. En su «guerrilla interior», Matta otorga un creativo sentido íntimo a la lucha contra la cosificación capitalista.