relató un experimento que puso en evidencia que, cuando existe condicionamiento, el cerebro no requiere activación de las zonas vinculadas con la motivación, sino solo la combinación de dos estímulos. Por ejemplo, si se le aplica reiteradamente un estímulo nocivo con otro inocuo específico a un animal, este responderá al estímulo inocuo con la misma intensidad con que respondería al nocivo.