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Libros
Mario J. Les

El plan Bérkowitz

Apenas comenzado el otoño de 2001, un anciano prisionero despierta en su celda como cada mañana desde hace una eternidad. Hastiado de ese interminable encierro, aguarda su propia muerte como única salida a la pesadilla que le atormenta.
Durante el verano de ese mismo año, tres jóvenes, socios de una modesta empresa audiovisual, son contratados por un excéntrico millonario para realizar unos documentales de naturaleza en Kenia. Entusiasmados, se ven ante la oportunidad de sus vidas; un trabajo soñado y la posibilidad de reflotar su maltrecha economía. Sin embargo, pronto descubrirán que no es oro todo lo que reluce en torno a su mecenas.
En la convulsa Alemania de 1938, Eyal Bérkowitz forma parte del centenar de presos judíos que son trasladados del campo de concentración de Dachau al recién inaugurado Flossenbürg. Allí trabajarán de sol a sol en la cantera vecina extrayendo el granito necesario para las construcciones que Albert Speer ha proyectado para la Alemania imperialista de Hitler.
El grupo judío, con Bérkowitz a la cabeza, sufrirá en sus carnes el abuso de poder por parte del jefe de su barracón, Ludwig von Häussler, capitán de las SS. Con el trasfondo de la Segunda Guerra Mundial, el atentado contra Reinhard Heydrich y la Operación Valkiria, Eyal Bérkowitz ideará un arriesgado plan que puede salvar su propia vida… e hipotecar la de otros.
444 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2016
Año de publicación
2016
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Opiniones

  • asilvafaracocompartió su opiniónhace 8 años
    🌴Perfecto para la playa

    3/5. Entretenido pero no mucho más.

  • Santiago Sánchez Solíscompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó

  • Anton Felmercompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

Citas

  • Emerson Lemuscompartió una citael año pasado
    Allí, los esforzados trabajadores sin sueldo horadaban la piedra, cuyo polvo les provocaba ceguera temporal y ataques de asma. Muchos comenzaban a toser de manera compulsiva y se lanzaban encogidos al suelo, pero no tardaban en levantarse y regresar al trabajo.

    Los oficiales nazis los pateaban en las costillas y en los riñones con sus ostentosas botas, dificultándoles todavía más la respiración, y al que abriese la boca para protestar, le soltaban los perros, unos canes hambrientos y sedientos de sangre de cuyas fauces chorreaba una saliva espesa e interminable
  • Emerson Lemuscompartió una citael año pasado
    ¡Camaradas de las SS! Todos sabéis para qué nos ha llamado el Führer. No estamos aquí para tratar a esos cerdos de ahí dentro de modo humano. No les consideraremos hombres como nosotros, sino como hombres de segunda clase. Hace años que venimos aguantando su criminal naturaleza, pero ahora tenemos el poder. Si esos cerdos hubiesen llegado al poder, nos habrían cortado a todos la cabeza. Por ello, no tendremos miramientos. Quien de entre los camaradas aquí presentes no sea capaz de ver la sangre, no es de los nuestros y debe renunciar. Cuantos más de esos perros matemos, menos tendremos que alimentar.
  • Emerson Lemuscompartió una citael año pasado
    Otros prisioneros, piel y huesos, caían a su lado fruto de los empujones de los oficiales de las SS y, cuando trataban de incorporarse, sin resuello y muertos de miedo, volvían a besar la tierra a golpe de bota o de culata. Algunos, incluso, aprovechaban las heridas sufridas para alimentarse de su propia sangre, sin nada mejor que calmase su sed. La secuencia de aquellos hechos era kafkiana, pero tristemente real.

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