—Te conozco —dice arrastrando un poco las palabras—. Eres el delincuente que merodea por el orfanato.Ignoro el apelativo que me adjudica.—También el príncipe azul que te rescató aquella noche. —Le recuerdo, aunque no estoy seguro de que se acuerde por la mañana.Hace un gracioso gesto con la nariz.—Tú de príncipe azul no tienes nada, más bien eres el villano del cuento. —Gira la cabeza en busca del camarero—. Otra ronda, por favor.El camarero la mira y después a mí, niego con la cabeza, su pequeño cuerpo no soportará más grados de alcohol.—Señora, creo que por hoy ya es suficiente —dice con amabilidad el camarero.—Chorradas, puedo soportar mucho más que esto.La agarro de la cintura para evitar que caiga del asiento.—Vamos, te vendrá bien pasear un rato, el aire te despejará.Suelta manotazos sin llegar a darme.—Contigo no voy a ningún lado.Acerco la boca hasta su oreja.—Te vuelvo a decir que no tengo intención de dañarte, princesita.—Eso decían todos, que no iban a dañarme y era mentira.Me quedo helado al escucharla…