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Libros
María José Navia

Kintsugi

  • Dafne🍃compartió una citael año pasado
    La familia es una máquina de
    producir ficción sobre sí misma.
  • Diana Garcíacompartió una citahace 2 años
    el deseo se confundía con el dolor, tan fácil. Y ella se había vuelto adicta a ese despegarse del mundo, a que la quisiera alguien que jamás pensó que se fijaría en ella y su mirada siempre en el suelo, el pelo tapándole la cara. A que él la viera. A que él le hiciera preguntas, le tomara fotos, la grabara mientras se tocaba y salía de ella ese grito que la abría y que se convertía en sonrisa, en una nueva forma de rendirse. De apagarse.
  • Carolina Elisalcompartió una citahace 2 años
    Quién sabe por qué decidimos querer a quien queremos y a quien dejamos que nos haga daño.
  • La Indie Pediacompartió una citahace 4 años
    Dice que porque le tiene miedo a los aviones, pero Eduardo sabe que a lo que verdaderamente tiene miedo es al lugar donde los aviones pueden llevarla
  • La Indie Pediacompartió una citahace 4 años
    nuestra familia las preguntas son de mala educación, indican que hay algo que no sabemos, algo que podría estar mejor.
  • Valentinacompartió una citahace 5 años
    Nunca supe elegir. Siempre me iba con los que me adoraban por cinco minutos o los que me aburrían por tres años. Sin puntos intermedios.
  • Paris Leóncompartió una citael mes pasado
    Habían buscado un departamento para irse a vivir juntos. Habían conjugado muchos verbos en tiempo futuro. Tal vez demasiados. Y ahí estaba Tomás ahora. Recostado en una camilla de hospital. Solo.
  • Fernanda Enriquezcompartió una citahace 2 meses
    veces siente que su acento es como una marca de nacimiento, una cicatriz que afea todo lo que dice.
  • Fernanda Enriquezcompartió una citahace 2 meses
    Odia la small talk gringa, la expresión la lleva a imaginarse palabras pequeñas como piedrecitas molestando en sus zapatos.
  • Fernanda Enriquezcompartió una citahace 2 meses
    Eso era su familia ahora: unas cuantas conversaciones por Skype, algunos e-mails, su rutina de comprar regalos e ir al correo cada dos semanas. Y, su país, su país era un solo día: el día de las embajadas. El resto de la vida se le antojaba como una tela en blanco, un mundo donde nada la unía a nada, sin historia, sin pasado. Y eso, aunque sonaba algo triste, era un alivio.
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