—¿Qué es lo que realmente le molesta de todo esto? —preguntó en voz baja.
—Hay algunas cosas que la gente no necesita saber, tal vez ni siquiera quieren saber, —dijo Sax, sorprendiéndose a sí misma. No conocía a aquella mujer, pero le hacía admitir cosas que no había dicho a nadie hasta aquellos momentos. —Lo que sucede en esa unidad, no siempre, pero con suficiente frecuencia, en esos pocos segundos en los que la vida está en juego, no son cosas que deban ser expuestas para satisfacer la curiosidad de nadie. En esos momentos, los pacientes están desnudos e indefensos, son impotentes. Y a veces lo que hacemos no es suficiente.
—Eso es un drama humano, Dra. Sinclair. Es la vida real. ¿No cree que el público pueda apreciar, y entender lo especial que es?
El derecho del público a saber, la búsqueda incesante de la historia en nombre de la verdad, a menudo era sólo una excusa para la invasión, pensó Sax, pero no lo dijo.