Ocho meses después, llegó al mundo nuestra hija, Catriona
Grace —los nombres de nuestras madres— gritando y mostrando un feroz temperamento irlandés, con el pelo negro y la belleza de su madre.
Fionn me dio una palmada en la espalda con los ojos brillantes, y me dijo que mi merecido por todos los apuros que le había hecho pasar acababa de llegar en un paquete de tres kilos y medio