–No lo hagas –insistió–. Encuentra otra manera. Apenas un puñado de mujeres llegan a algo. Sobre todo las autoras de relatos breves, como si fueran más aceptables las mujeres en miniatura.
–A lo mejor –intenté contestar–, las mujeres son diferentes de verdad. A lo mejor intentan hacer cosas distintas cuando escriben.
–Sí –contestó Elaine–, tal vez sea cierto. Pero los hombres, con sus grandes lienzos, con sus largos libros que aspiran a incluirlo todo, con sus trajes grandes, sus voces grandes, siempre obtienen más recompensa. Los importantes son ellos. ¿Quieres saber por qué? –Se acercó más a mí y añadió–: Porque lo dicen ellos.