No soy un hombre que tolere la incertidumbre, pero desde que Barbara Johnson llegó a mi vida parece dispuesta a ponerme aprueba. Ella era una desconocida, y sin embargo conocía cada detalle de mí. Lo peor era que se negaba a confesarme dónde nos conocimos. Si su intención era llevarme a la locura su misión sería un éxito porque yo en lo único que podía pensar era en la calidez que su mirada me trasmitía.