El autor trabajó sobre el Tania durante 20 años, elaborando su estilo y forma tan puntillosamente que llegó a ser considerado por sus seguidores como la «Torá Escrita» de Jabad, en la que cada palabra y letra es plena de significado. De hecho, el autor lo dividió en 53 capítulos para corresponderse con el número de sidrot (secciones semanales) en el Pentateuco. Muy pronto se hizo costumbre de muchos jasidím de Jabad estudiar un capítulo del Tania cada semana, con la misma regularidad con que se recitaban las secciones semanales del Pentateuco.
El autor ha logrado en grado sumo su intento de diseñar al Tania de manera que cubriera los requerimientos más amplios posibles, tanto los de la mente analítica e investigadora, como también la de los menos eruditos. Los primeros hallan en él inagotable profundidad, y se han escrito sobre él varios comentarios, muchos de ellos aún no publicados, a algunos de cuyos manuscritos el traductor al inglés tuvo la buena fortuna de acceder. También los menos eruditos, cada cual conforme su capacidad intelectual, hallan en él estimulante instrucción en diversos niveles. Esta cualidad, junto a la autoridad de que goza, justifica el amplio reconocimiento que ha tenido el Tania desde el momento de su aparición hasta el presente día.