Tras la desaparición del Dr. Jacobo Grinberg en diciembre de 1994, el Laboratorio de Comunicación Humana, en la facultad de Psicología de la Universidad Nacional, se clausuró, y el equipo que con él trabajaba fue obligado a desintegrarse. A pesar de la intervención de la PGJ en las investigaciones y la ardua búsqueda de su familia y equipo de trabajo, el caso se relegó inconcluso. Con el desvanecimiento del maestro el sueño se derrumbó. La gran familia tuvo que asumir la ausencia y cada uno reorientar su vida sin él. En voz de las que quedan, esta es la historia de esa ausencia.
Jacobo Grinberg Zylberbaum es uno de los científicos más lúcidos e intrépidos que ha dado México, quien dejó, además de una actitud ejemplar ante el estudio científico de la conciencia y otros fenómenos “etéreos”, el Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia y múltiples libros en torno a sus líneas de interés, entre la neurofisiología cuántica, la percepción y la construcción de la realidad, o las capacidades mentales de chamanes y meditadores.
Grinberg fue un “neurótico iluminado” que desarrolló una admirable trayectoria contracorriente, en el estudio de la mente, en un tiempo y un espacio donde el dogma ni lo entendía ni lo apoyaba. Reunió a un equipo de estudiantes de posgrado con los que imaginó y puso en marcha experimentos que en la actualidad son base de las ciencias cognitivas y la física y mecánica cuánticas. Juntos entraron a un mundo de fantasías, a un país de maravillas, el país de la conciencia.
