Con todo el desenfado del mundo, un desparpajo y una concisión magistral, y no poca ironía, Relatos para leer con una mano nos va mostrando, a lo largo de su recorrido, una sexualidad sin tapujos, sin traumas ni complejos, sin ese sentimiento de culpa tan al uso en nuestros tiempos, una sexualidad saludable y diáfana en todas sus facetas. Menos en un caso -tenía que haber una excepción que confirmase la regla, aunque pretendida, por supuesto- que protagoniza el Pepejota de turno, todo un prohombre dirigiendo con mano dura y prepotente la política del país, de nalgas inmensas y unos gustos que pueden revolver las tripas del más templado, o de la más templada…