Gonzalo Rojas la ha definido como “poeta libérrima…frescor y azar, danza y mudanza…” En ese “decir el mundo espontáneo” se encierra buena parte de una poética: al modo de los “objetos encontrados” del arte, la poeta ordena los versos que el azar va poniendo en su camino, no sin antes hacerlo pasar por “razones personales” que serán los que den coherencia al discurso poético. No hay automatismo, pero sí una cierta querencia por jugar en los límites del verbo, como quien “domara sueños”.