Libros
Vladimir Nabokov

Invitación A Una Decapitacón

Una inquietante farsa sobre un reo que espera ser ajusticiado. Una delicatessen nabokoviana.
Cincinnatus C., acusado de un difuso pero terrible crimen, espera en la cárcel a ser ajusticiado. A su alrededor, como en una escenificación teatral previa al gran espectáculo de la decapitación, se mueven una serie de singulares personajes: un carcelero, el director de la prisión, la hija de este, un vecino de celda, la joven esposa del reo y su absurda familia…
Publicada en ruso a mediados de los años treinta y después traducida al inglés en 1959, esta novela relata las agónicas desventuras de un individuo sometido a un poder arbitrario. En su día, por sus tintes grotescos y su humor negro, se la calificó de kafkiana, pero Nabokov siempre sostuvo que cuando la escribió no había leído a Kafka. Lo que está claro es que es nabokoviana, por sus refinados y retorcidos juegos literarios, por su ironía exquisita y su retrato despiadado de la estupidez humana.
208 páginas impresas
Publicación original
2021
Año de publicación
2021
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Citas

  • gelivmecompartió una citahace 2 años
    modo que... la función está programada para pasado mañana en la plaza del Espeluzno. No podían haber elegido mejor lugar. ¡Asombroso!... (Continúa leyendo murmurando para sí.) Se admitirán adultos... Los abonados tendrán preferencia... Bla, bla, bla, bla. El ejecutor de la decapitación, con pantalones rojos... Todo esto es pura tontería; se les ha ido la mano como de costumbre... (A Cincinnatus.)
  • gelivmecompartió una citahace 2 años
    –Ya está. Ahora, Rodrig Ivánovich, le pediré que anuncie oficialmente mi título y me presente.
    El director se caló las gafas apresuradamente, examinó un trozo de papel y se dirigió a Cincinnatus con voz megafónica:
    –Está bien, este es Monsieur Pierre; bref, el ejecutor de la decapitación... Me siento muy agradecido por el honor –añadió, y con expresión de sorpresa se dejó caer sobre la silla.
  • gelivmecompartió una citahace 2 años
    Y así, caballeros, para establecer las más amigables relaciones con el condenado, me mudé a una sombría celda como la suya, me vestí de prisionero igual que él, incluso más. Mi inocente mentira debía tener éxito, y por lo tanto me es ajeno el remordimiento; pero no quiero que el cáliz de nuestra amistad quede envenenado por la más ligera gota de amargura. A pesar del hecho de que hay testigos presentes, y de saber que me asiste la razón, les pido (extendió su mano a Cincinnatus) su perdón.

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