Poesía: Sobrevivir, El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad, Renacimiento

Primero, el sufrimiento

El universo grita. El hormigón acusa la violencia con la que fue fraguado como muro. El hormigón grita. La hierba gimotea bajo los dientes del animal. ¿Y el hombre? ¿Qué diremos del hombre?

Se podría pensar en adoptar una estrategia a lo Pessoa: encontrar un trabajito, no publicar nada, esperar apaciblemente la propia muerte.

No os adhiráis a ninguna idea. O bien hacedlo, y después traicionadla enseguida. Ninguna adhesión teórica debe reteneros por mucho tiempo. La militancia hace feliz, y vosotros no tenéis que ser felices.

Lo peor ya ha pasado. Por supuesto que la vida aún os desgarrará, pero, por vuestra parte, ya no tenéis demasiado que ver con ella.

un espacio diferente, doloroso en extremo, pero en el que la vista alcanza lejos, y con claridad. En donde los objetos, purificados, aparecen con toda su nitidez, en su límpida verdad.

Profundizad en los temas de los que nadie quiere oír hablar. El envés del decorado. Insistid sobre la enfermedad, la agonía, la fealdad. Hablad de la muerte, y del olvido. De los celos, de la indiferencia, de la frustración, de la ausencia de amor. Sed abyectos, seréis auténticos.

Tratad simplemente de evitar tener vecinos demasiado ruidosos, capaces ellos solos de provocar una muerte intelectual definitiva.

conoceréis nunca con exactitud a esa parte de vosotros mismos que os empuja a escribir. Sólo podréis conocerla bajo formas aproximativas y contradictorias.

No desarrolléis demasiada culpabilidad a ese respecto. El poeta es un parásito sagrado.

Al principio emitiréis gritos inarticulados. Y a menudo tendréis tentaciones de volver a ellos.