Traficantes de la dignidad humana lleva al lector al conocimiento crudo de la verdad, manipulada y tergiversada a través de los años, en un escenario perverso que reproduce consecuencias impredecibles y descontroladas hacia nuestro país.
En las mentes de los protagonistas nunca estuvo el bien común para trabajar por una patria con principios y valores, siempre estuvo precedida por los intereses personales y mezquinos que dieron origen a un Estado enfermo crónico que carcome de manera despiadada todas las formas posibles de desarrollo.
Sin lugar a dudas el cáncer de la corrupción y se enquista en nuestra patria y hace metástasis en las entidades estatales, generando mafias con delincuentes de cuello blanco, que con arte desaparecen montañas de dinero.
Estos artistas compran votos, pagan registradores, financian campañas, adulteran resultados y amenazan electores, acomodan encuestas y finalmente asesinan candidatos que no engranan en sus aceitadas maquinarias.
De igual manera el monstruo de la corrupción somete a su antojo la justicia colombiana, convirtiendo el poder judicial el instrumento ineficaz, con un concepto completamente ausente de justicia.
Traficantes de la dignidad humana pretende recrear espacios de reflexión en una sociedad desigual, con pobreza y miseria en aumento, con educación y salud mediocre y a esto le sumamos una clase política y una justicia totalmente permeada por el monstruo de la corrupción.
Son esto los factores que para la década de los 60´ dan origen a la Guerrilla en Colombia, 60 años que solo dejaron terror, destrucción y muerte; es así que desde los 80´ se abren espacios para la celebración de procesos de paz y el ultimo con las FARC -EP que daría fin al conflicto armado, pero ¿Es acaso en una mente medianamente coherente pensar en un proceso de paz cuando los factores que promovieron la guerra permanecen intactos y robustecidos?, es esta la clase de doble moral que nos envuelve absorbe y consume, permitimos el manoseo perverso de nuestra dignidad.
