AL DÍA SIGUIENTE
volví a ese subsuelo.
Se quedaron mudos al verme
con la boca hinchada,
un moretón debajo de cada ojo,
el dedo roto.
Se burlaron de nuevo.
¡Cuidado, que el viento puede quebrar
esa cintura de avispa!
El viento sopla a mi favor, dije.
El que no me conoce, pronto sabrá quién soy.
Quien no me vio nunca, me verá.
Quien no escuchó sobre mí, escuchará.
Estimados ladrones,
frente a ustedes está Soñka, manos de oro,
la mujer que los convertirá en leyenda.
Ustedes solo roban lo que ven sus ojos.
Y finalmente me escucharon.