Libros
Jens Andermann

Tierras en trance

En esta densa y bella reflexión, Jens Andermann nos introduce en la lógica del trance, una forma de nombrar al nudo borromeo que enlaza el espacio y tiempo del sujeto con el de la comunidad,
ambos escindidos por violentos desplazamientos e hiatos temporales. Así persigue un objeto desvaneciente que, hacia adelante, se dirige al hiperobjeto, el in-mundo postnatural, pero que, retrospectivamente, puede ser leído como el trazado de una historia natural del antropoceno. En la perspectiva del autor, se trata del relato de un repliegue, doblez del arte en relación a su marco
institucional, y desdoblamiento de modos anteriores de postulación estética del mundo como “paisaje”. El ambiente surge así como “escena”, conjunto espaciotemporal fluido que no se define por la exterioridad social de sus formas, sino por la dinámica interna de sus fuerzas.

El trance de una cosa no es ni una parte, ni un estado de la misma, sino algo que de ella deriva. Détournement. Ese otro lugar, semejante a un recipiente, es un lugar transportable con la salvedad de que el recipiente nunca es parte de su contenido. Así, en la medida en que es separable de la cosa, el trance no es la forma, y en cuanto la contiene, es algo distinto de la materia. Nos enseña que todo espacio es parataxis: sin origen ni orientación, intenso pero no extenso, liminar del límite. El trance es el silencio o secreto del arte, su reconfiguración absolutamente contemporánea, mediante la cual lo estético se redefine como el umbral mismo de nuestra inespecificidad.
656 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2018
Año de publicación
2018
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Opiniones

  • Emmanuelcompartió su opiniónhace 2 años
    🙈Ni fu ni fa

Citas

  • Mora Beccar Varelacompartió una citahace 5 meses
    El jardín, nos recuerda Martin Jay (2007: 58), fue incluido por Foucault entre las llamadas heterotopías, lugares física o simbólicamente apartados en función de acoger espacialmente momentos y fases de crisis y transición (como los internados y las chozas menstruales), de excluir del continuo espacial lo desviado y ominoso (como los hospitales, las prisiones y también los cementerios) o de superponer en un solo lugar físico temporalidades y espacios desgarrados e incompatibles (como los jardines, los teatros y los museos) (Foucault, 1994: 752-762).
  • Mora Beccar Varelacompartió una citahace 5 meses
    Lo que expulsa la naturaleza amurallada y miniaturizada del jardín, entonces, es el horizonte abierto de una natural
  • Mora Beccar Varelacompartió una citahace 5 meses
    «Lo que debe contener un jardín bien logrado», concluye Barragán, es «nada menos que el universo entero» (2000: 60)

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