Leía a Jennings y Enid Blyton. No llegué a leer ninguno de los libros que las personas que conocí más adelante habían leído —C. S. Lewis y Winnie the Pooh o El hobbit—, me perdí las lecturas habituales de la clase media inglesa. Leía de manera indiscriminada y con gran placer: Biggles, Gimlet, 1 todos los cómics, y Billy Bunter.2