La deseada

hablaba por hablar. Soñaba. Eso era. Soñaba despierta.

De inmediato, la llama de la amistad prendió entre las dos muchachas y las iluminó con su hermoso reflejo de acero azulado.

De hecho, no vuelvas a pedirle nada a nadie. Eres inteligente. Eres culta. Y gozas de buena salud. Vive tu vida.

¿Pero se puede saber a qué demonios estás esperando?

La naturaleza no siempre es sabia. Las mujeres como Reynalda pasaban de víctimas a verdugos

¿Cómo podían algunos padres violar a sus hijas? ¿Cómo olvidaban todos esos recuerdos y eran capaces de mirar con ojos lascivos un cuerpo tan familiar, tan banalizado por la cotidianeidad?

quedaba dormida, acunada por aquel inagotable torrente de palabras.

Stanley no parecía percatarse de su presencia. Se le veía lejano, ciego, indiferente a todo salvo a los sonidos de su interpretación.

cómo entender a quien no se explica?

Cuánta determinación la de aquel chico, apenas mayor que ella. A ella la vida le parecía un laberinto infinito; en cambio, Stanley tenía clarísimo lo que quería. Al mismo tiempo, sus planes de futuro le recordaban a los de Saran: infantiles, irrealizables, descabellados.

Cuánta determinación la de aquel chico, apenas mayor que ella. A ella la vida le parecía un laberinto infinito; en cambio, Stanley tenía clarísimo lo que quería. Al mismo tiempo, sus planes de futuro le recordaban a los de Saran: infantiles, irrealizables, descabellados.