las mariposas mientras se posaban en la punta de sus narices.
La Princesa Plum subió a la cima de un antiguo roble. Las ardillas salieron disparadas y se sentaron sobre su regazo.
A medida que el sol brillaba propagando sus rayos coloridos a través de la tierra, la Princesa Plum sintió un arrebato de gratitud.
"Qué afortunada soy", le susurró al viento.