También tendría que decirle que a nadie le gusta chillar, llorar, pero que a veces así se va saliendo la bilis negra; que no importa lo que haga, lo que diga, lo que se ponga, si papá decidió irse, se irá, y si mamá decidió no volver, no volverá, y eso no siempre es malo, aunque siempre duela. Eso tendría que decirle, pero tal vez ella no me escucharía, no me creería, no podría creerme, así que tal vez lo mejor sería no decir nada y buscar su mano para agarrarla y decirle así: “Vamos a estar bien”.