Tu hijo es mío:
“—Oye, no tengo ayudante en el ambulatorio, bueno, diré el barracón… Si tú te prestas a hacerme de enfermera…
—¿Cuánto me pagará?
—Nada. Yo tampoco cobro.
Marta se le quedó mirando con los ojos muy abiertos.
—¿Y por qué viene a este lugar si no le pagan?
—Pues porque quiero.
—Será rico y vendrá aquí a hacer la caridad…
—No soy rico, pero tengo vocación de médico y la rutina de un hospital no me agrada aunque no tengo más remedio que aceptarla para comer… Observarás que no sólo eres tú la desgraciada.”