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Libros
Nyogen Senzaki,Paul Reps

101 cuentos zen

  • Dana Kalidcompartió una citahace 4 años
    14. El camino embarrado

    Tanzan y Ekido recorrían cierta vez un camino embarrado. Aún caía una fuerte lluvia.

    Al doblar un recodo se encontraron con una hermosa muchacha que vestía kimono y faja de seda, incapaz de cruzar el camino.

    –Vamos, chica –le dijo Tanzan en seguida y, tomándola en brazos, la llevó por encima del fango.

    Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron al templo que les alojaría. Entonces ya no pudo contenerse.

    –Nosotros, los monjes, no nos acercamos a las mujeres –le dijo a Tanzan–, sobre todo a las que son jóvenes y encantadoras. Es peligroso. ¿Por qué has hecho eso?

    –Dejé a la chica allí –replicó Tanzan–. ¿Es que tú todavía la llevas a cuestas?
  • Jovani González Hernándezcompartió una citahace 4 años
    78. Verdadera prosperidad

    Un hombre rico pidió a Sengai que escribiera algo para que continuara la prosperidad de su familia, de modo que pudiera ser atesorada de una generación a otra.

    Sengai tomó una gran hoja de papel y escribió: «Padre muere, hijo muere, nieto muere».

    El rico se enfadó.

    –¡Te he pedido que escribieras algo para la felicidad de mi familia! ¿Por qué me gastas semejante broma?

    –No se trata de ninguna broma –le explicó Sengai–. Si antes de que mueras muriese tu hijo, eso te causaría un gran pesar. Si tu nieto muriese antes que tu hijo, los dos estaríais desconsolados. Si tu familia, una generación tras otra, se va de este mundo en el orden que he mencionado, será el curso natural de la vida. Yo llamo a esto una auténtica prosperidad.
  • Jovani González Hernándezcompartió una citahace 4 años
    Ciertas cosas, aunque son correctas, fueron consideradas erróneas durante generaciones. Puesto que el valor de la rectitud puede ser reconocido al cabo de siglos, no hay necesidad de anhelar una apreciación inmediata.
  • Jovani González Hernándezcompartió una citahace 4 años
    9. No es posible robar la luna

    Ryokan, un maestro de zen, llevaba la clase de vida más sencilla posible en una pequeña choza al pie de una montaña. Una tarde, un ladrón entró en la choza y descubrió que allí no había nada que robar.

    Ryokan regresó y le sorprendió.

    –Es posible que hayas hecho un largo camino para visitarme –le dijo al merodeador– y no deberías regresar con las manos vacías. Por favor, toma mis ropas como regalo.

    El ladrón se quedó perplejo, pero cogió las ropas y se escabulló.

    Ryokan se sentó desnudo y contempló la luna.

    –Pobre tipo –musitó–. Ojalá pudiera darle esa hermosa luna
  • Ann Lopcompartió una citahace 3 años
    84. Amigos de verdad

    En China, hace mucho tiempo, vivían dos amigos, uno de los cuales tocaba el arpa virtuosamente mientras el otro escuchaba con oído experto.

    Cuando uno tocaba o cantaba acerca de una montaña, el otro decía: «Veo la montaña delante de nosotros».

    Cuando el otro tocaba acerca del agua, el oyente exclamaba: «¡Aquí está la corriente del arroyo!».

    Pero el oyente enfermó y murió. El primer amigo cortó las cuerdas de su arpa y nunca más volvió a tocar. Desde entonces cortar las cuerdas del arpa ha sido siempre una señal de amistad íntima.
  • Ann Lopcompartió una citahace 3 años
    Mi milagro consiste en que cuando tengo hambre, como, y cuando siento sed, bebo.
  • Ann Lopcompartió una citahace 3 años
    –Si digo que sí –respondió Gudo–, creeréis que entendéis sin entender. Si digo que no, contradiría un hecho que muchos entienden muy bien.
  • Ann Lopcompartió una citahace 3 años
    Tu madre,

    Ni nacida ni muerta.
  • Ann Lopcompartió una citahace 3 años
    Sesenta y seis veces han contemplado estos ojos

    la cambiante escena del otoño,

    He dicho lo suficiente sobre la luz de la luna,

    No me pidáis más.

    Escuchad tan sólo la voz de los pinos y los cedros

    Cuando no hay el menor soplo de viento.
  • Ann Lopcompartió una citahace 3 años
    16. No lejos del estado de Buda

    Mientras visitaba a Gasan, un estudiante universitario le preguntó:

    –¿Has leído alguna vez la Biblia cristiana?

    –No, léemela –respondió Gasan.

    El estudiante abrió la Biblia y leyó un pasaje del Evangelio de san Mateo:

    –Y del vestido, ¿por qué os preocupáis? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos... Así es que no os preocupéis del mañana, pues el mañana se preocupará de sí mismo.

    –A quienquiera que haya dicho esas palabras le considero un hombre iluminado.

    El estudiante siguió leyendo:

    –Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca, halla, y al que llama, se le abre.

    –Eso es excelente –observó Gasan–. Quienquiera que lo haya dicho no está lejos del estado de Buda.
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