Por ello, y también porque aumentaba la oscuridad e iban a cerrarse las oficinas, los funcionarios, en particular los más jóvenes, estaban casi todos desocupados cuando entró nuestro héroe, formando corros, hablando y riendo, y algunos de los más bisoños, esto es, de los funcionarios aún sin funciones oficiales, aprovechándose del bullicio general, se habían puesto a jugar a la raya en un rincón junto a una de las ventanas.