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Ryszard Kapuściński

Cristo con un fusil al hombro

  • Diana Riveracompartió una citahace 4 años
    asesinato como instrumento de poder. Y, también, sobre los mecanismos de intensificación del terror en un país en el que ya no son posibles otros métodos de gobierno y dominación colonial.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    El Palmaj, el Irgún y el Stern organizaron pogromos, incendiaron aldeas y mataron a sus habitantes. En febrero de 1948, un batallón del Palmaj mató a más de sesenta mujeres y niños en la aldea de Saasa. En abril del 48, grupos de choque del Irgún redujeron a cenizas la aldea de Deir Yasín, matando a doscientos cincuenta y cuatro hombres, mujeres y niños. En el 56, en la aldea de Jan Yunis murieron asesinados doscientos setenta y cinco hombres, mujeres y niños.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    Ya en los años veinte se creó un ejército clandestino, la Haganá, que luchaba por la creación de un Estado israelí. En el marco de la Haganá funcionaría más adelante el Palmaj, una organización terrorista armada. Durante la guerra palestino-israelí de 1948 y 1949, el jefe de Palmaj no era otro que Yigal Alón, viceprimer ministro de Israel desde 1967 y ahora ministro de Asuntos Exteriores. En los años treinta, los extremistas consideraron que el Palmaj se mostraba demasiado tolerante con los árabes y se escindieron para crear una organización más terrorista todavía, el Irgún
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    Ya en los años veinte se creó un ejército clandestino, la Haganá, que luchaba por la creación de un Estado israelí. En
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    Se podría decir que Israel, al expulsar de Palestina a los palestinos, ha creado a los fedayines. Fedayín significa combatiente. No, no partisano ni guerrillero. Aquí no hay condiciones para la guerrilla.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    No se sabe muy bien dónde está el límite de las víctimas que el mundo puede digerir. Ayer en Rashidiya murieron doce personas. Un buen número: nada que temer. ¿Y si hubieran sido doscientas? Quizá fuera excesivo. Un comandante cualquiera de un cañonero cualquiera juega con las cartas tapadas, a ciegas, pues no ve a cuánta gente mata; si mata a tanta que no habrá nada que temer o si, por el contrario, se excede exponiéndose a voces de condena.

    Pero de todos estos detalles se enterará más adelante por los periódicos.

    Todo se sabe desde el principio hasta el final. Dentro de unos días, los periódicos informarán de una nueva acción de los fedayines. Tres de ellos entrarán de madrugada en una aldea israelí y se llevarán –digamos– a diez rehenes, con los cuales se encerrarán en un edificio. A partir de ese momento, tanto a los fedayines como a los rehenes, los podemos situar en el Juicio Final.

    Pero aquella mañana todavía existen, todavía están con vida.

    De momento, los fedayines anuncian que dejarán marchar a los rehenes si el gobierno de Israel libera a cien presos palestinos. En caso contrario, los rehenes serán ejecutados. El plazo del ultimátum expira a las ocho de la tarde. Ahora, la vida de diez israelíes está en manos del gobierno israelí. Sólo que el gobierno israelí nunca cede en tales casos. Ante la elección entre el principio de no ceder y la vida humana, siempre opta por el principio. A
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    No se sabe muy bien dónde está el límite de las víctimas que el mundo puede digerir
  • Tess Pedrocompartió una citahace 4 años
    Por la tarde se acercó al campo una escuadra de cañoneros y abrió fuego empezando un bombardeo que se prolongó durante una hora. El Líbano no tiene armada de guerra, así que los cañoneros pudieron disparar impunemente. Habrían podido disparar durante el día entero, pero la intensidad de los ataques se ve limitada por la política: matar a los suficientes para que a los demás se les quede bien grabado en la memoria, pero no a demasiados, no vaya a ser que en el mundo se levanten voces de condena.
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