Era un chico de unos veintipocos años, alto y delgado.
Iba vestido con un jersey azul descolgado y unos tejanos gastados. Llevaba una bolsa de color verde militar de donde colgaban unos auriculares. El pelo, corto, negro y perfectamente despeinado, dejaba ver unas facciones ovaladas, donde unos grandes ojos de color almendra brillaban bajo las luces del fluorescente de la recepción. Tenía unos labios perfectos.