Por estallido denomino, pues, la repentina transición de una masa cerrada a una abierta. Este proceso es frecuente; sin embargo, no debe pensársele en un sentido demasiado espacial. Con frecuencia da la impresión de que una masa no cabe en los límites de un espacio en el que estaba bien guardada, y se extiende por la plaza y por las calles de una ciudad, donde, atrayendo y expuesta a todo, se mueve libremente. Pero, más importante que este proceso externo es el interno que le corresponde: la insatisfacción por la limitación del número de los participantes, la repentina determinación de atraer, la decisión pasional de alcanzar a todos.