Obra gruesa

De esa manera hice mi debut en las salas de clases,

Como un herido a bala me arrastré por los ateneos,

Crucé el umbral de las casas particulares,

veces chocaba con los árboles,

Chocaba con los mendigos,

Me abría paso a través de un bosque de sillas y mesas,

Con el alma en un hilo veía caer las grandes hoja

Yo quiero hacer un ruido con los pies

Y quiero que mi alma encuentre su cuerpo.

El placer y el dolor pueden aguardar a la puerta:

Una voz se oye desde este lado de la república.

¡Atención, señoras y señores! ¡un momento de atención!

Soy un peregrino que hace saltar las piedras a la altura de su nariz,

Un árbol que pide a gritos se le cubra de hojas.

No son sino sillas y mesas en movimiento perpetuo;

rompecabezas que es preciso resolver antes de morir

Para poder resucitar después tranquilamente

Cuando se ha usado en exceso de la mujer

Ya que la vida del hombre no es sino una acción a distancia

Los años y el aire haya cavado un foso

Entre tu alma y la mía; cuando pasen los años

Y yo sólo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo

El lector tendrá que darse siempre por satisfecho.

Sabelius, que además de teólogo fue un humorista consumado,