Cósima, en su diminuto microcosmos, y ante el esplendor de Venecia, canta al amor y lo mira con nostalgia. Empieza a leer el Cancionero de Petrarca y la Vita Nuova de Dante, y decide apuntarse a un curso de pintura de Tintoretto, y allí en Venecia establecerá un diálogo acerca del sentimiento del amor, que se va compaginando con las cartas que su madre le escribe, unas notas de despedida ante una enfermedad oculta. Ella se pregunta por qué es el amor el que mueve el mundo, y por qué son las guerras las que al final vencen, y reconoce que la felicidad es un bien que se agota y nunca puede ser completa