La expresión «Averígüelo Vargas» se utiliza para dar a entender la suprema dificultad de averiguar, de conocer la explicación o los motivos de algo.
Su origen proviene de que la reina Isabel la Católica escribía esta frase en los informes refiriéndose a su alcalde don Francisco de Vargas Mejía.
Con esta frase como telón de fondo, Tirso de Molina construye una historia ambientada en un mundo cortesano. Averígüelo Vargas es una historia teatral con trasfondo histórico, en este caso la historia de Francisco Vargas.
Francisco de Vargas era un personaje muy famoso en la corte de los Reyes Católicos. Era el encargado de enterarse e informar a la reina Isabel de todo lo que sucedía en la corte. También de las quejas o pretensiones de los cortesanos.
Tan eficaz era don Francisco de Vargas Mejía en investigar lo que se le ordenaba, que la reina Isabel y el monarca Felipe II terminaron por convertir el encargo que siempre le hacían en una rúbrica: «Averígüelo Vargas», sinónimo de cúmplase.